1-LA FUENTE DE NUESTROS ALIMENTOS: VEGETAL V/S ANIMAL
Hoy sabemos que los alimentos de origen animal son de mayor impacto medioambiental que los vegetales, aún al elegir animales (o sus derivados) criados en granjas de libre pastoreo, sin uso de antibióticos ni hormonas. Tanto en relación a la contaminación y GEI que generan en el ambiente, como en uso de agua y tierras de cultivo.
La ganadería ocupa un 30% de la superficie terrestre, un 33% de la superficie cultivable mundial,
El 70% de los bosques que han desaparecido en el Amazonas se han dedicado a pastizales, para alimentar ganado.
De los 24 tipos de ecosistemas más importantes del planeta, los estudios indican que hay 15 que se encuentran amenazados por causa de la ganadería.
Genera el 65% del oxido nitroso de origen humano, GEI que tiene 296 veces el Potencial de Calentamiento Global del CO2.
El sector ganadero representa el 14,5 % de todas las emisiones de efecto invernadero vinculadas a la acción humana, según datos de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
ii. Al año, más de 150 billones de animales son asesinados, para consumo humano de carne, huevos, lácteos y productos marinos, a través de prácticas dolorosas, viviendo en espacios extremadamente reducidos, con medidas higiénicas miserables, engordados de forma acelerada por una alimentación inadecuada a su fisiología y despojados de toda posibilidad de llevar una vida libre, como cualquier otro ser vivo lo buscaría.
iii. Desde una mirada nutricional, una alimentación vegetal variada y bien planificada, puede aportar todos los nutrientes esenciales para nuestro organismo, en proporciones óptimas. De esto, hablaremos a continuación.
Por otro lado, cada día hay mayor evidencia sobre los efectos negativos a nuestra salud del consumo de alimentos animales como lácteos, carnes y embutidos.
Ya en 1907 , un estudio sugirió que el consumo de alimentos de origen animal era un factor clave en 4.600 casos de cáncer. El estudio masivo de China, de las Universidades de Cornell y Oxford, llevado en los años 70s y 80s, mostraron que incluso pequeñas cantidades de alimentos animales eran asociados a un aumento importante en el riesgo de padecer enfermedades crónicas.
Desórdenes inflamatorios, alergias, enfermedades autoinmunes, cáncer, demencia, diabetes tipo 2 y gestacional, enfermedades neurológicas, artritis reumatoidea y riesgo cardiovascular, entre muchos otros.
2- PENSAR GLOBAL Y ELEGIR LOCAL
Los últimos años se ha hecho mayor énfasis al impacto que tiene comer alimentos cultivados cerca de la zona en que vivimos (también llamados “Km 0”) , considerando el bienestar de todo el planeta.
Comer local ayuda a reducir el fuerte impacto ambiental del transporte de bienes entre áreas muy alejadas y a apoyar la agricultura nacional, dándole más espacios al desarrollo de un mercado alimenticio consciente donde sea que vivamos.
Comer alimentos locales cuando podamos, también trae otros beneficios:
Cuando comemos alimentos cultivados localmente es más probable que sean vegetales de temporada. Esto nos hace tomar consciencia de nuestro entorno y de los alimentos que pertenecen a cada época del año. Hoy tenemos acceso a casi las mismas frutas y verduras durante todo el año y muchas de de ellas vienen de zonas lejanas, como Nueva Zelanda, Australia o California. Es probable que por el hecho de ser trasladados distancias tan grandes, estemos comiendo alimentos menos nutritivos y menos naturales que si los comiéramos en la estación que la tierra los entrega, en nuestra localidad, por ser “tratados” para aguantar mejor de forma artificial. Y mientras más tiempo pase desde la cosecha, hasta que lo comamos, menor será su aporte nutricional.
No se trata de obsesionarnos con comer sólo local, pero si tenemos la opción de elegir alimentos nacionales y de estación, sin duda estamos promoviendo la armonía con nuestro entorno, una menor huella de carbono y mejor respuesta a nuestras necesidades fisiológicas en cada ciclo del año. Y esta es una elección consciente. Chile es un país abundante en vegetales y super alimentos. Aprovechémoslos.
3- CONVENCIONAL/ORGÁNICO
Otro punto importante al elegir nuestros alimentos es el tipo de agricultura del que se obtuvieron: agricultura convencional v/s orgánica.
Evaluar este punto muchas veces se asocia a una “moda” o algo “snob”, sin embargo, darnos el tiempo para investigar el impacto que tiene en distintas áreas ambos tipos de agricultura, nos motivaría a elegir, siempre que podamos, alimentos orgánicos o biológicos.
¿Por qué?
La agricultura biológica, ecológica u orgánica busca obtener alimentos de máxima calidad, respetando el medio ambiente y conservando la fertilidad de la tierra mediante la utilización de los recursos naturales de forma óptima.
Los fuertes fertilizantes químicos, pesticidas y herbicidas utilizados en la agricultura convencional pueden destruir gran parte de la actividad microbiana del suelo (bacterias y hongos) que ayudan a que las raíces de las plantas absorban más minerales.
Por esta razón, los alimentos de agricultura convencional aportan menores niveles de micronutrientes que los cultivados en las mismas zonas, de forma orgánica. Los alimentos biológicos contienen mayores niveles de minerales, vitaminas y antioxidantes ya que vienen de tierras más sanas, fértiles y biológicamente activas.
Además, está el riesgo a la salud: algunos elementos presentes en pesticidas y fertilizantes de cultivos convencionales se han reconocido como cancerígenos y disruptores endocrinos, alterando el sistema hormonal y promoviendo la formación de tumores. Entre estos plaguicidas encontramos: clorpirifós, cipermetrina y deltametrina.
Los alimentos orgánicos son más naturales y saludables, no nos exponen a esos elementos y ayudan a mantener el balance bioquímico del organismo.
La agricultura orgánica promueve el desarrollo del comercio justo, apoyando a productores independientes que reciben un pago justo por sus productos y el mayor esfuerzo y trabajo que requiere su producción.
Impacto menor de los ecosistemas, al no utilizar variedades transgénicas (que sí requieren pesticidas), ni la irradiación de semillas. Muchos agricultores orgánicos promueven el cultivo de variedades endémicas, salvándolas de la extinción.
Y por último, la agricultura ecológica cuida mejor el agua, al no utilizar productos tóxicos ni grandes cantidades de nitrógeno en sus labores. Responsabilidad social.
Es cierto que varios tipos de alimentos en Chile son difíciles de conseguir orgánicos, y en el caso de productos orgánicos gourmet, los precios pueden ser muy elevados.
Por eso, la alimentación consciente propone elegir alimentos vegetales orgánicos, siempre que podamos.
Cabe afirmar que muchas veces elegir local es más amistoso con el planeta que elegir orgánico importado del otro lado del planeta.
4- NATURAL v/s PROCESADO
En varios grupos de vida consciente existe la idea de que comer alimentos de origen vegetal es suficiente. Independiente de cómo se preparen y qué procesos hayan recibido.
Una alimentación vegana puede ser “chatarra” o dañina, si lo que se consume son principalmente frituras, harinas y alimentos procesados.
Una ALIMENTACIÓN CONSCIENTE VA A INCLUIR alimentos lo más cercanos a su estado natural, libres de procesos que alteren su composición nutricional y libres de sustancias químicas tóxicas, aditivos como colorantes, saborizantes, conservantes, etc.
Alimentos integrales son aquellos alimentos de origen vegetal que conservan sus nutrientes y cualidades naturales, lo más parecidos a su estado antes de ser cosechados.
La exposición al calor de lo que comemos tiene efectos a veces no positivos. Sobre los 45 °C ciertas vitaminas, enzimas y antioxidantes empiezan a destruirse y sobre los 100 °C, aparecen nuevas sustancias peligrosas en nuestros alimentos.
Por ejemplo, la ACRILAMIDA es un compuesto neurotóxico y cancerígeno que se obtiene de la exposición al calor de alimentos altos en carbohidratos. Las papas fritas, las galletas y el pan tostado, son fuentes comunes de este elemento.
Al freir, hornear o asar alimentos, superamos fácilmente los 100°C y esto es la puerta de entrada para la creación de distintos compuestos de riesgo para la salud: los PGAs, las Nitrosaminas y los Aminos Heterocíclicos, son algunos de ellos.
Cabe destacar que no todos los procesos de cocción o aplicación de calor generan los mismos efectos. Cocinar en agua o al vapor no conlleva los riesgos tóxicos mencionados, ya que bajo los 100°C se estima improbable la aparición de sustancias de riesgo. Sí existe pérdida de nutrientes y esto podemos enfrentarlo consumiendo un % alto de alimentos crudos.
La “ALIMENTACIÓN VIVA” es una rama de alimentación consciente que promueve comer exclusivamente alimentos vegetales e incluir al menos un 70% de nuestras comidas en estado integral, natural y crudo. Por ejemplo: ensaladas grandes de colores, frutas, batidos y zumos, snacks de vegetales, semillas activadas, leches vegetales, postres, etc,
Esto trae beneficios a nuestra salud, al promover la desintoxicación de nuestra sangre y órganos emuntorios, mejorando la circulación y entrega de nutrientes a los distintos sistemas del cuerpo, aumentando los niveles de energía física y mental, previniendo y ayudando a revertir enfermedades inflamatorias y promoviendo la juventud celular por más tiempo. Muchas personas comienzan a comer más vegetales crudos y menos alimentos animales y procesados, buscando bajar de peso y mejorar su aspecto físico. Todo objetivo es válido, lo importante es hacerlo.
Mientras más naturales sean y menos procesos reciban nuestros alimentos, más beneficios podemos obtener de ellos nosotr@s mismos, y el medio ambiente. La Alimentación Viva se reconoce como el sistema de alimentación más ecológico y respetuoso con otros animales.